domingo, 30 de marzo de 2008

Catalepsia y corpiños

El Conde Láisek volvió en una perfecta tardecita gris que amenazaba tormenta.
Bajo la cúpula vidriada del bar de Eterna Cadencia, envuelto en una luz mortecina, Alberto Laiseca, metido en su traje de contador de historias, comenzó hablando de la revista Más allá. Editada en la década del 50 y de aparición mensual, se publicaron 48 números a lo largo de 4 años. Un Laiseca adolescente conoció la revista gracias a su tío Enrique que, cuando lo visitaba en Camilo Aldao, le traía los números que habían ido apareciendo en los meses sin verse. El Laiseca ya adulto, ya escritor, ya autor de Los Soria pudo reunir, hace pocos años, la colección completa luego de una ardua búsqueda en librerías de viejo y de coleccionistas. Los 48 números de la Más allá que guarda en algún estante de su inmensa biblioteca con todos y cada uno de sus libros forrados en papel blanco, es uno de sus tesoros más preciados.
Empieza hablando de la revista porque es de allí de donde proviene el relato que va a contar a continuación: una pieza rara de Héctor Oesterheld cuya publicación dio que hablar en las cartas de lectores que llegaban a la redacción de Más allá. Laiseca dice que se armó un gran alboroto con ese cuento y nos habla de la pacatería de la época, los conservadores años 50. ¿Qué fue lo que provocó rechazos y adherencias en partes iguales, comentarios de lectores indignados y furiosos con el contenido del relato, y de otros que defendían y celebraban su aparición? Pues que Oesterheld hablaba en su cuento de tetas y corpiños. "Inocente Maquiavelo reforzado" es un relato plagado de humor y de absurdo, una faceta menos conocida del autor de El Eternauta.
Luego del intervalo de rigor, de haberse fumado un cigarrillo en la vereda y de haber recargado su ración de whisky, Laiseca más Conde Láisek que nunca volvió para narrar a uno de sus autores favoritos, Edgar Allan Poe. Si antes el auditorio se había reído con la historia de dos fabricantes de corpiños y la invención de un gas que, rociado desde un satélite, hacía crecer desmesuradamente los pechos de las mujeres y las posaderas de los hombres, en la segunda parte, con "El enterramiento prematuro", llegó la hora de la inquietud, de enfrentarse con un temor que alguna vez todos hemos experimentado: despertarnos en un sitio oscuro, asfixiante, embutidos en una estrecha caja de madera, baja cuatro metros de tierra húmeda.
El próximo viernes, nuevos relatos.


Foto: Mica Hernández

Los cuentos del Conde láisek
Viernes 4 y 11 de abril
19 horas
Eterna Cadencia/Honduras 5574
Entrada $12